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Ajedrez y vida... recuerdos y casualidades

( Autor: © Eugene Salomon )

El título de este artículo refleja el discurrir de mi vida allá donde ésta me quiso llevar... 90 años de casualidades: 19 años pasados en mi España natal, 13 años en Cuba y 58 años en Estados Unidos. Una pasión por el ajedrez que se prolongó durante más de 75 años y que se entrelazó con 65 años de carrera en el mundo de los negocios. La vida también me ha dado una gran esposa durante 57 años y el tesoro de 4 hijos y 7 nietos. Muchos recuerdos hermosos.

A menudo, como Ling Yutang escribió tan bien, nuestras vidas son como hojas que se mueven de un lugar a otro sopladas por los vientos tormentosos. En mi caso, me siento como una gota de agua en el gran océano de inmigrantes que un día cualquiera pueden llegar al fin de su existencia sintiéndose orgullosos de su herencia e igualmente orgullosos de los frutos que han generado.

Como diría Einstein, "las casualidades es la manera que tiene Dios de permanecer en el anonimato". Bueno, estoy escribiendo este artículo por pura casualidad y no puedo dejar de preguntarme: ¿Hay algún significado detrás de todas las "casualidades" en mi vida?

Supongo que si uno llega a los 90 años de edad y es lo suficientemente afortunado como para tener una mente clara, no es extraño mirar hacia atrás y bucear en los recuerdos de una vida para encontrar todo tipo de "casualidades", tal vez atesoradas como "recuerdos":

Cómo empezó todo... por casualidad

Banquete homenaje a Alekhine (1944). Salomon está en la parte superior con chaqueta blanca 

y el niño situado a la derecha es Arturo Pomar

Mi padre, Robert Salomon, nació en 1895 en Metz, ciudad que por aquel entonces formaba parte de Alemania. No fue hasta 1914, unos meses antes de la Guerra Mundial, cuando se trasladó a Gijón gracias a un puesto de aprendiz en la oficina que la Compañía alemana AEG tenía en la ciudad.

1895 también vio nacer a mi madre, Juana Rugarcía, en Cárdenas, cuando Cuba aún era parte de España. Poco después de la guerra hispanoamericana, mi abuelo materno decidió regresar a su Asturias natal con su esposa y 5 hijos como uno de los miles de "indianos" (nombre en español que se dio a los emigrantes que después de hacer una pequeña fortuna en América Latina volvían a España) que retornaron a sus antiguos hogares. Supongo que lo anterior explica por qué nací en Gijón, donde tuve el privilegio de aprender ajedrez jugando con mi padre, mi tio...y hasta con Alekhine.

El ajedrez me vino de familia: mi primer maestro fue mi padre Robert, quien entre partida y partida me hablaba sobre experiencias de su vida y su filosofía humanista o humanitaria. Posteriormente aprendí mucho de mi tío Casimiro Rugarcía, un verdadero poeta del tablero siempre en busca de la belleza: ¡las combinaciones! ¿Estuvo relacionada mi rápida progresión en el ajedrez con llevar el juego en mis genes? No lo creo, pienso que la razón principal fue el grado de pasión por el ajedrez que tanto mi padre como mi tío supieron inculcarme y, por supuesto, la casualidad de haber conocido y jugado contra Alexander Alekhine.

Me enamoré de las partidas de Alekhine y de su estilo casi poético. A modo de ejemplo, sugeriría a cualquier lector interesado que repase la partida de 1922 Bogoljubow-Alekhine, un poema en el tablero en el que no una, sino dos veces un peón alcanza la séptima fila. No es de extrañar que uno de los grandes campeones modernos, Gary Kasparov, escribiera: "Estuve enormemente influenciado por la obra de Alekhine, admiré el refinamiento de sus ideas y traté, en la medida de lo posible, de imitar su furioso estilo de ataque".

Unos días después de mi 90º cumpleaños, mientras preparaba una "conferencia de despedida" que daría en mi Club de Ajedrez de Toms River, mi mente comenzó a divagar hasta regresar al punto de partida. Todo comenzó en 1941, en la ciudad de Gijón (España) que todavía sangraba por la tragedia de la Guerra Civil. Mi padre y yo no nos veíamos desde el 18 de julio de 1936, fecha en la que mis tres hermanos y yo nos encontrábamos de vacaciones en la casa de mis abuelos cerca de la playa, mientras mis padres se habían quedado en Madrid. No pudimos volver a reunirnos tras las vacaciones ya que mi padre consideró prudente abandonar el país, yéndose a Francia donde un primo le había ofrecido trabajo y donde, siendo republicano, estaría más seguro. Tampoco en el país vecino pudo vivir con tranquilidad ya que tras la invasión de las tropas nazis, sería perseguido por la Gestapo (tras haberse escapado de un campo de concentración), viéndose obligado a sobrevivir dando clases de ajedrez e idiomas en San Juan de la Luz. Finalmente, regresó a España ilegalmente (cruzando Los Pirineos), motivo por el cual fue detenido y llevado a un campo de concentración para indocumentados. En el campo de concentración también enseñó a otros presos a jugar al ajedrez, juego que les sirvió para sobrellevar su cautiverio.

Cuando nos reencontramos, después de casi 5 años, jugamos al ajedrez durante horas y compartió conmigo historias de su vida... es "mi héroe". Supongo que se trataba de un esfuerzo por "vincularse" con su hijo menor tras tanto tiempo sin verle. Luego, en 1944, conocí a mi ídolo en el mundo del ajedrez, Alekhine.

En la vida hay que tratar de repetir las experiencias positivas. Supongo que he seguido el ejemplo de mi padre y he tratado de relacionarme con mis hijos usando el ajedrez como herramienta. Solíamos viajar juntos a Philadelphia para participar en el "World Open"; para mis hijos fue un verdadero placer... no por el ajedrez en sí mismo, ¡sino por poder ir a su "MacDonalds" o "Burger King" favorito para el almuerzo y la cena durante tres días seguidos! En 1980, decidí participar junto a mis hijos en el Campeonato amateur por equipos de Estados Unidos y lo hice creando un curioso equipo: "El rey Salomon y sus tres caballeros", conmigo como capitán bien secundado por mis tres hijos. El más pequeño de ellos, Robbie, que por aquel entonces tenía 7 años, fue entrevistado durante el torneo. El reportero le hizo varias preguntas, a las que contestó con un simple "¡Sí!", hasta que finalmente le preguntó: "¿Sabes lo que significa la concentración?", a lo que Robbie contestó: "¡Sí, te sientas, apoyas la cabeza entre tus manos y te callas la boca”.

Desde aprender en Asturias hasta enseñar en New Jersey

  Conservo vivos recuerdos de mis cinco principales clubes de ajedrez: “El Casino” de Gijón y “El Maudes” de Madrid allá por los años 40; el club Capablanca de La Habana a principios de los años 50; el “Westfield Chess Club“, al que pertenecí durante los años 70 y 80, y mi club actual, el “Toms River Chess Club”. Me sorprendo al ver cuantas coincidencias y paralelismos existen en mis vivencias.

 Viajo a través de mis recuerdos hasta 1942, una época anterior a la llegada de Alekhine a Gijón, y puedo verme con nitidez viajando a Oviedo con el equipo del Casino dirigido por Félix de las Heras, el famoso organizador de ajedrez. Cuatro años después tuve el honor y la alegría de ser campeón de Castilla por equipos enrolado en el Maudes... y seis años después repetí experiencia al ser campeón de La Habana por equipos. Años más tarde, sería uno de los pilares del equipo del Club Westfield bajo las órdenes de Dennis Barry, uno de los organizadores más notables que he conocido. Y aquí estoy en 2018 junto a otro gran organizador, Steve Shoshin, que me pide ayuda para generar interés y atraer nuevos miembros para el club a través de conferencias y exhibiciones de simultáneas. Sin duda, pensé, mi última conferencia deberá ser en Toms River y en ella debo intentar difundir las lecciones que aprendí de niño sobre el ajedrez... y la vida. A los 90 años tengo una deuda de gratitud con mis tres MAESTROS en particular y con el ajedrez en general.

Félix de las Heras

Steve Doyle

Las coincidencias entre alguno de mis clubes son sorprendentes: Félix de las Heras puso en marcha los Torneos Internacionales de Gijón, eventos que organizó durante 21 años, para más adelante ser presidente de la Federación española de ajedrez y vicepresidente de la FIDE. Muchas décadas después, al otro lado del Atlántico, me encuentro en el Club Tom Rivers a la espera de que dé comienzo mi conferencia y la persona que me va a presentar, Steve Doyle, parece haber seguido los pasos de Félix: organizó durante 30 años los campeonatos amateur por equipos de Estados Unidos, una competición que cuenta con más de 800 jugadores… ¡y llegó a ser vicepresidente de la FIDE y presidente de la Federación de ajedrez de los Estados Unidos!

Lo que hizo que esta conferencia fuese notable es que, como sorpresa, el club convirtió el acto en una fiesta por mi 90 cumpleaños a la que el Presidente del Club, Steve Shoshin, había invitado inesperadamente a mi viejo amigo Steve Doyle, fundador del club hace 54 años, que fue el encargado de presentarme relatando como nuestras historias relacionadas con al ajedrez se habían cruzado a lo largo de los años. Steve y yo compartimos muchas experiencias, junto a nuestro amigo común Dennis Barry, a principios de los 70 en el Club de ajedrez Westfield, experiencias que se prolongaron hasta finales de los 90, cuando publicó en su columna de ajedrez en el "Star Ledger" de New Jersey mi partida contra el maestro ruso Lenar Murzin jugada en Philadelphia, en el World Open de 1998... y aquí estaba hoy usando esta partida en mi conferencia: Salomon - Murzin.

             

Tarta de cunpleaños que el club Toms River preparó para la conferencia y el escudo del club

Esta partida es uno de mis recuerdos favoritos. A los 70 años, a punto de retirarme del ajedrez de competición, tuve la suerte de poder crear un "pequeño poema de ajedrez". ¡Sí!, hay poesía dentro de un tablero de ajedrez, tal como aprendí de mi segundo maestro, mi tío, el poeta ajedrecista y doctor de Alekhine, el Dr. Casimiro Rugarcía.

En sus comentarios, Steve Doyle me agradeció (después de más de 30 años) el haberle presentado, a mediados de los años 80, a mi amigo íntimo Román Torán cuando, como Presidente de la Federación de Ajedrez de los Estados Unidos, iba a viajar a Ginebra para asistir a una reunión de la FIDE. Su relación no sólo fue cordial sino también constructiva a lo largo de los años en que trabajaron juntos en la FIDE.

Steve también comentó a la audiencia que yo no era el conferenciante más antiguo del Club, ya que el famoso Edward Lasker había dado una conferencia a los 92 años... ¡Le prometí que regresaría al club en tres años si me invitaban!

España descubre un ajedrecista de los años 40... ¡por casualidad!

Eugene con su nieto Ben... su alumno de ajedrez y su profesor de iPhone

Cuando salí de Madrid para La Habana en Noviembre de 1947 (¡hace exactamente 70 años!) podía “tutearme” con los mejores jugadores de la época, como lo ilustra más de una docena de partidas ganadas contra Juan Manuel Fuentes, Román Torán, F. J. Pérez, Julio Ganzo y Antonio Medina. Pero al mismo tiempo era el más desconocido entre los jugadores destacados de aquellos tiempos. Con el paso de los años el ajedrez entró y salió de mi vida en varias ocasiones, con largas temporadas de ausencia, pero durante ese largo camino pude participar en más de 100 torneos y jugar cerca de 1.000 partidas. Guardo grandes recuerdos de las partidas en las que conseguí jugar con precisión y éxito el final de la lucha, apartado del ajedrez que siempre me ha atraído y en el que me he sentido a gusto. La siguiente selección contiene finales de partida que recuerdo con cierta emoción y que, además, esconden interesantes lecciones sobre esa fase del juego.

Una vez retirado del tablero, las casualidades no dejaron de aparecer, en ocasiones de forma sorprendente. Durante estos últimos años me han ocurrido cosas que no puedo dejar de mencionar y todas ellas tienen su origen en el libro que escribí hace unos tres años, junto a mis viejos amigos Steve Pozarek y Wayne Conover: “40 años de amistad – 100 partidas de ajedrez”.

Unos meses después de escribir el libro, a los 88 años, decidí adquirir mi primer I-Phone. El encargado de enseñarme a "navegar" por estas nuevas y frustrantes aguas fue mi nieto más joven, Ben. Después de todo, un par de años antes le había ayudado a prepararse cuando iba a jugar su primer torneo escolar de ajedrez, en Saratoga, New York, a los 8 años. El ajedrez ha estado muy presente en mi familia durante 4 generaciones.

Eugene observa como juegan su hijo Henry y su nieto Matt

Hace dos años, con el beneplácito de mis coautores, autoricé a Javier Cordero para que tradujese y publicase en Internet, sin cargo alguno, nuestro libro, aunque sólo la parte que contaba "mi historia", ya que pensó que podría ser de interés público para sus lectores en España en un sitio web, sin ánimo de lucro, que trata la historia del ajedrez.

Casi al mismo tiempo, recibí un mensaje del conocido escritor Miguel Ángel Nepomuceno preguntándome si estaría interesado en una entrevista y la posible publicación de unos artículos sobre mi vida en la web Zenda. ¡Qué honor!, pensé, y qué casualidad. Un honor porque Miguel Ángel es un conocido periodista e historiador. Una coincidencia porque ya conocía las andanzas de Miguel Ángel en el ajedrez, ya que Pablito Moran me había hablado de él hace unos 40 años. Y una casualidad, ya que Beatriz y yo teníamos programadas unas vacaciones en España en unas pocas semanas... acordamos reunirnos en el hotel "Petit Palace" de Madrid la primera semana de abril de 2.017.

Las coincidencias fueron realmente difíciles de creer: Miguel Ángel también conocía muchas cosas sobre mí desde hacía años a través de Pablo Morán y del profesor Juan Fernández Rúa, antiguo amigo mío (y de mi familia) con quien jugué en multitud de ocasiones en el Casino. Juan, Miguel Ángel y Pablo coincidieron en Asturias en los años 70 y trabaron una gran amistad. Pero las coincidencias entre mi vida y la de Miguel Ángel no acaban ahí, ambos comenzamos la carrera de Medicina... y la abandonamos antes de finalizarla para buscar otros caminos en nuestras vidas. Al conocernos, vimos que compartíamos muchos otros intereses e incluso la misma fecha de cumpleaños... con 20 años de diferencia.

Pablo Morán en 1951

Como escribió mi coautor Pozarek en el Epílogo de nuestro libro: "El espíritu de Alekhine se encuentra presente en este libro”... y tal vez los espíritus de EL GENIO y de Pablito Moran nos observaban y sonreían, donde quiera que se encuentren, mientras Miguel y yo conversábamos y descubríamos los paralelismos de nuestras vidas.

La reunión con Miguel Ángel (una entrevista grabada de tres horas) y los posteriores correos electrónicos (docenas de ellos) y llamadas telefónicas no fueron únicamente el origen de los artículos que Miguel Ángel publicaría en Zenda, sino el comienzo de una amistad que aprecio. Rara vez en la vida uno tiene la posibilidad de hacer una nueva amistad verdadera a una edad avanzada.

Podría decir, sin exagerar, que Javier Cordero y su revista de Internet “Historia del Ajedrez Español” me “descubrió” y que Miguel Ángel y sus artículos en Zenda me ayudaron a revivir y volver a degustar mis 75 años de Ajedrez.

Una anécdota curiosa, o increíble casualidad, puede servir para cerrar este artículo: Hace unos meses recibí un E-mail de un primo distante, buen ajedrecista en Alemania, felicitándome por el artículo que acababa de leer en Zenda. Al parecer una lectora de Perú se lo había enviado via Tweet a Kasparov y éste se lo había re-enviado a sus seguidores... unos 387.000, creo.

Eugene enseña su fotografía con Alekhine a Kasparov durante el US Team Tournament 2014

Eugene Salomon

(17 Diciembre 2018)

 

 

Un puzzle al que le faltan piezas

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